Es momento de comenzar, y dejar que las palabras fluyan solas. Basta de intentos fallidos, de arrepentimientos, de trabas, de miedos. Es necesario expresarse y decir lo que uno realmente siente, aunque se trate del gris semi anonimato que brinda internet. No es necesario enojarse, embestir, incomodar ni desafiar. Pero tampoco quedarse con intenciones a medias.
Hoy empiezo a escribir una página que quizás tardé demasiado en dar a conocer. Que aparezcan los análisis, que se filtren las opiniones, que el ciberespacio me conceda la oportunidad de poder abrirme al mundo de otra forma.
A nadie le viene mal una reseña sobre un disco, las bondades de un buen libro, un comentario sobre esa película rara que alguna vez habré visto en un VHS noventoso o esas reflexiones de domingos lluviosos que tantas veces se han quedado atragantados tanto en la mente como en los dedos. Eso, y lo que se me ocurra en el momento de escribir. Sin límites.
No hace falta emplear frases floridas ni conceptos retorcidos. Todo se trata de dejarse llevar y hacer caso lo que dicta el cerebro y por qué no, el corazón. No tiene por qué centrarse solamente en la seriedad; puede pasar de lo cotidiano hasta lo humorístico, con un lugar para lo anecdótico.
Aquí finaliza el minuto cero y en la próxima entrada dará comienzo el minuto uno.
Que dé comienzo el lado B.
Hoy empiezo a escribir una página que quizás tardé demasiado en dar a conocer. Que aparezcan los análisis, que se filtren las opiniones, que el ciberespacio me conceda la oportunidad de poder abrirme al mundo de otra forma.
A nadie le viene mal una reseña sobre un disco, las bondades de un buen libro, un comentario sobre esa película rara que alguna vez habré visto en un VHS noventoso o esas reflexiones de domingos lluviosos que tantas veces se han quedado atragantados tanto en la mente como en los dedos. Eso, y lo que se me ocurra en el momento de escribir. Sin límites.
No hace falta emplear frases floridas ni conceptos retorcidos. Todo se trata de dejarse llevar y hacer caso lo que dicta el cerebro y por qué no, el corazón. No tiene por qué centrarse solamente en la seriedad; puede pasar de lo cotidiano hasta lo humorístico, con un lugar para lo anecdótico.
Aquí finaliza el minuto cero y en la próxima entrada dará comienzo el minuto uno.
Que dé comienzo el lado B.
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