domingo, 31 de diciembre de 2017

Tiempos difíciles

A horas de concluir el 2017, me ocurre lo mismo que a mucha gente. Se vienen un montón de pensamientos acerca de cómo fue el año, lo que se hizo bien, lo que se hizo mal, cosas para corregir, etc. Pero en ocasiones es necesario mirar hacia otro lado, o mejor dicho, desde otro lado.

Uno generalmente tiende a juzgar un año como bueno o malo según desde su propia perspectiva, tomando como parámetro su experiencia personal y en ocasiones es necesario hacer una revisión más general para intentar comprender la propia realidad. Es una tarea más compleja, porque ya implica muchos más actores que intervienen.

En ese sentido, y coincidentemente con los acontecimientos ocurridos a partir del 1º de enero hasta el momento en que escribo estas líneas, ya con el 2018 pisándonos los talones, puedo animarme a decir que el todavía presente año fue realmente áspero, muy batallador, y que incluso dejó heridas abiertas.

Tampoco tiene sentido detallar el por qué de esta afirmación, porque está a la vista. Los tiempos se tornan difíciles y a uno se le hace más complicado defenderse con las mismas armas que antes. Igualmente, esto tampoco implica una mirada negativa, derrotista o apocalíptica. Repensando: la última palabra no está muy lejos de lo que pretendo expresar. Desterremos de plano esa interpretación terrorífica que se le da a la expresión, entendiendo por ella no el fin ni una catástrofe irreparable, sino más bien un cambio.


¿Alguien conoce alguna transición suave, coronada por flores cayendo del cielo, sonido de laúdes tañendo bellas melodías y mariposas multicolores? No, en absoluto. Por supuesto, existen transformaciones más placenteras o menos dolorosas que otras. En este caso nos ha tocado atravesar las primeras. Que, desgraciadamente, han dejado heridas que no pudieron cerrarse en este presente sino que requieren más tiempo.

Como buen freaky, he leído acerca de los famosos viajes en el tiempo, situaciones en las que una persona o grupo intenta cambiar la realidad para evitar golpes, sinsabores o tragedias en la vida personal o la realidad en general. Por norma, y salvo notorias excepciones, el tiempo quiere suceder -como escuché en una serie de reciente visionado- y termina imponiéndose. Es decir, aunque el protagonista insista y se encapriche en cambiar una situación, esta ocurre forzadamente ¿por qué? Porque es necesaria.

En un puñado de casos, el héroe en cuestión puede modificar hechos, pero luego reflexiona que no tiene sentido. Sí, es el Tiempo haciendo otra vez de las suyas. Pero todo respondiendo a un equilibrio general que no nos permite llorar ni patalear, sino hacernos cargo de lo que ocurre. A la corta o a la larga lo comprenderemos.


Por eso mismo, y al igual que en muchas series modernas, este final de temporada no viene acompañado de dulces acordes, sino de un rock duro, que no se puede bailar, pero sí escuchar una y otra vez, para dejarnos pensando. Ahí aparece el 2018 en el horizonte, y como dije antes, quedaron cuentas pendientes, heridas, problemas sin resolver, todo lo que no se pudo completar en el año presente.

A la cabeza de todas estas amenazas, aparece con el cargo de General el enemigo más aterrador de todos, el más inflexible, el más inconmovible: el Miedo. Es propio de mentirosos afirmar que nunca lo frecuentamos. Todos, en su momento, hemos compartido unas copas con él y otros, auténticas borracheras de noches interminables. Ambos somos viejos conocidos.

Y eso lo que debemos evitar: caer en la cómoda embriaguez que nos presenta el temor al cambio, a lo desconocido, a lo próximo. No sea cosa que nos despertemos errando zigzagueantes en una calle, sin recordar quiénes somos o cómo llegamos hasta ahí. Como venía diciendo con el tema de los viajes en el tiempo, no podemos retornar hacia el pasado para transformar el presente porque no tenemos los medios ni la tecnología. Aunque dispusiéramos de ellos, quizás arrugaríamos a último momento.



Pero lo que sí tenemos es el presente. El famoso libre albedrío. Nuestras propias acciones. Nuestras decisiones. Todo lo que podemos hacer por el sólo hecho de estar vivos. De no ser así, no tendría sentido nada. Pero lo tiene. Ahí está esperándonos esa horda de enemigos incorpóreos o terroríficos; algunos son nuevos, otros son viejos conocidos contra quienes deseamos tomarnos revancha, no venganza. Al frente de todos ellos, el Miedo.

Y también estaremos nosotros, para hacerle frente. Como tantas veces lo hemos hecho. Y como tantas veces lo derrotamos.

Tiempos difíciles

A horas de concluir el 2017, me ocurre lo mismo que a mucha gente. Se vienen un montón de pensamientos acerca de cómo fue el año, lo que se...